Aventura

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martes, 23 de febrero de 2016

De "Fábulas para animales como usted" 25: Jirafa.


Jirafa

Ella sabe que es muy alta y muy delgada. Cuchichean, se burlan de su apariencia. Y las manchas. Esa pigmentación camuflada con cremas desde la infancia por mamá y papá. Ella soporta estas molestias. No responde a torpezas de adolescente. Ella cree que los modales de respeto no han entrado en esos sesos de mono. Ríe con pesadez. La costumbre de molestar está casi extinta. Pero si naces diferente, olvídalo. Aunque esté en el más caro de los colegios privados, tu vida puede ser un infierno.

La primera fotografía significativa que le tomaron fue en la playa. Estaba con unos amigos paseando en el balneario. Se unió otra gente. Se protegía con un quitasol obligatorio que ocultaba por completo su delicada piel. Un chico desconocido, de estatura regular, descubrió su belleza. Su cuello era grueso. A ella le encantó. Él se dio cuenta de inmediato, pero la evitó, no se diera cuenta de que también le atraía. Cambió la voz, fingió que le interesaba otro tema. En fin, aquella tarde conversaron mucho y se besaron una vez. Se tomaron una fotografía. Está enmarcada en su pieza. Es una imagen invaluable.

Los malos momentos serán compensados con hechos sorprendentes.

Crecen juntos. Es una linda pareja. Se nota eso que suele llamarse el amor de mi vida. Hablan mucho. Él le pregunta por qué prefiere estar sola. Ella le dice que sus amigos son aquellos que la hacen crecer como persona y que los que quieren verla disminuida son gente sin importancia. Él nota su problema, pero para él ella es mi amor, mi vida. La protege sin restarle independencia. Ella lo sabe, no es tonta.

Gracias a él decidí probar un espejo para maquillarme. Me arreglé un poco. Ningún hombre me había mirado como él. Me sentí tan linda. Atrás quedó esa cara larga y sin vida; también las respuestas cortantes. Dejé de andar a la defensiva. Viví contenta. Reconocí mi valor como mujer. La belleza física aparece cuando la persona se siente bien consigo misma. Vencí.

Lo que vino después fue inesperado. Estábamos paseando por una avenida cuando me preguntaron si quería participar de unas fotografías. Dije que sí. Fue la oportunidad que cambió mi vida. Una cosa por otra. Él me felicitó. Mi amor. Me quedé pensando largo rato. Él me hablaba, pero yo escuchaba ruido. Estaba ida.

Yo dudaba, créanme, de que mi historia de amor fuera tan perfecta. Desconfiada, hablé con mi mamá y le pregunté si existían hombres ideales. Ella me dijo que el amor se construye de a poco hasta madurar. Mis padres no peleaban ni discutían. No vi esos conflictos en mi niñez. Mi vida fue plana, sin sobresaltos ni grandes penas. Con los años me di cuenta de que las parejas sin problemas sí existen. Aparté esas extrañas ideas dramáticas de que hay que sufrirlo todo para empatizar con los demás.

Me llamaron para preguntarme si quería ser modelo. Estudié. Fui aplicada. Alcancé las estrellas (Qué frívolo, pero me gusta la frase). Desapareció mi rechazo al sol; también mis manchas. Mi nueva actitud me consolidó. No presumí mi celebridad. Mi padre me felicitaba. Su mirada era contemplativa. Expresaba poco con las palabras, pero yo notaba su satisfacción. Me decía que lo hiciera bien. En realidad estuvo repitiéndome que pensara que cada día estaba mejor desde chica, pero se me olvidaba. De todas formas cuando estaba sola lo hacía con convicción. Descubrí sus efectos: la forma en que él me enseñó a pensar fue la que me llevó lejos.
Es la hora de la elegancia. En la pasarela, destacan sus piernas altas, su cuello distinguido, sus largas pestañas para esa mirada expresiva. Los fotógrafos la veneran. Ella muestra un garbo excepcional. El tiempo se detiene. Enmudece la gente. Su belleza es aclamada. Desde su posición, ella logra ver todo, hasta el futuro.

Afuera, en las calles, en lo alto de los edificios, en las tiendas, su imagen recuerda a algunos que un corazón enorme puede más que unas palabras crueles. De no haberse puesto al lado opuesto del viento, hubiera sido envenenada con la amargura que lanzaban esas voces al aire. Quisieron quebrarla. No pudieron. Ese leve rencor lo eliminó al instante con postura de ganadora. Antes de salir a la pasarela levantó alto el cuello, lanzó un beso a su amado y se puso firme, segura de que su vida sería aún más maravillosa. 

De "Fábulas para animales como usted" 24: Vaca.


Vaca

La eligieron de nodriza para un niño. Se sintió como una vaca. Rechazó la petición. La otra madre no lo quiere. Escuchó esa frase y lloró por dentro. Callada, quédate callada. Pidió estar sola un rato. Una enfermera le trajo agua con azúcar. Bebió. Se levantó y fue al baño. Se lavó la cara. Con esa purificación botó la pena. Se concentró en lo que la naturaleza le pedía con insistencia. Está bien.

Tomé al bebé y lo puse en mi pecho. Lo alimenté. Recordé lo aprendido en el colegio: Via láctea significa camino de leche en latín. La humildad del gesto. En este momento mis sentidos desaparecen. Estoy sola en este secreto. El apoyo esperado no tiene la profundidad de mis sentimientos. Ahora los actos no trascienden, sino que son. La gente está más fuerte. La gente ya no llora con la muerte. La gente ya no llora con la vida. Llegará el equilibrio. Es una época de transición. Maduro mi experiencia. Lucho contra mis debilidades. Me elogio.

Dos criaturas competían por la inmortalidad. Una sería más fuerte que la otra. La nodriza animal, la humillación confusa quizá no lo era tanto. Adentro, su consciencia guardó esta anomalía en el baúl secreto de la inconsciencia. Esta diosa sería el primer trauma de esos nacientes. Sí, ese conocimiento lo ha advertido en sus miradas. El ojo explora, retiene. Ella lucha por desprenderse de esa responsabilidad. Su niño y ese otro niño. Resopla. Necesita más agua con azúcar. Está irritable. Quiere gritar a la otra madre este violento uso de su cuerpo, este tabú antiguo. Dejar de pensar. El líquido brota sin pausa para acallar el hambre. El instinto hace su trabajo con esas encías. Ella no quiere mirar a los ojos a esa criatura ajena. No le pertenece. La leche fluye por su cuerpo enviando un poco de vida, de su vida. Ella es alimento.

Existir es ser necesario para alguien.

Pasan los días de reposo. Debe irse. La leche de su cuerpo es para su hijo. Viaja a su casa. El trayecto le da serenidad. Niega su lactancia otra. No ocurrió. Concebido.

Allá, en una cuna, el niño  agita sus brazos y olfatea buscando la fragancia del pecho de una mujer que se bañará tres veces para desprenderse de ese olor vástago. Hay una sala al lado con otros niños no reclamados por sus deformidades. Reunidos por esa forzosa soledad, los destinos cambian para uno y son breves para otros.

El destino largo lo tomó aquél niño envuelto en el misterio de su origen. En esa sala recibió un nombre, abrazos formales y una que otra palabra cariñosa. A los meses sus documentos decían que estaba listo para ser adoptado. Encontró refugio con los años. Fue amado. El descubrimiento de su origen lo intuyó en aquella mujer que lo buscaba tratando de que no se notara. Cuando apareció de frente en su vida adulta, dudó en cómo reaccionaría al oír la historia que ningún niño desearía conocer nunca.

De "Fábulas para animales como usted" 22: Luciérnaga.



Luciérnaga

Algunas personas parecen no tener sentido ni importancia. Pero la tienen. Ella se agita con esta reflexión. Ha sido criada como una niña culta. Cumple sus obligaciones diarias. La desconciertan la pereza, el desánimo y las malas acciones de los demás. Ellos no se dan cuenta de sus actos. Abre su mente. Se orienta con sentido común. Concluye con sabiduría: todos cumplen una función.

Está satisfecha. Ha hecho surgir una idea nueva para el mundo. Abre la ventana. Ahoga un grito. Se concentró en su reacción. Era la primera vez que veía una luciérnaga. Y sería una sola vez en su vida. Sus manos acompañan el vuelo del insecto. Vería extraños fulgores más adelante. Serían señales que la guiarían en la trayectoria de sus decisiones. Admite presagios.

Algunas personas nacen con el propósito de ser un efectivo mal ejemplo que no desearíamos imitar.

Dos años después se aburre de ser la señorita perfecta. Su padre advierte esta rebeldía. Para él no es grato aceptar estos desatinos de libertad, pero su mujer le dice que es la edad. La chica explica. Cada uno elige la fuerza de su resplandor. Disfrutaría el presente con la libertad del azar. Los padres escucharon sin interrumpir. Se sintieron seguros. Confiaron en ella.

Se hizo espontánea. Rió sin analizar, sin juzgar. Fue a fiestas. Besó por primera vez. Se sintió amada por un chico deslumbrante. Descubrió instintos. Exploró sentidos dormidos, pero estableció límites. Él la hacía sentir especial. Conversaba temas complejos o se hacía el gracioso a falta de ideas. Lo escuchaba desahogar sus problemas. Esperaba que él tomara decisiones. No lo interrumpía ni lo forzaba a nada. Eso lo había aprendido de su padre. Lo recordó, porque su madre decía que una mujer busca a su padre en el hombre que ama. No le dio importancia. Pasó buenos momentos con él. Se entretenía mirando esos destellos púrpuras que a veces lo acompañaban.

Lo quiso mucho. Los dos se ayudaron en lo malos momentos. El peor fue su enfermedad. Él partió de este mundo cuando ella aceptó que una buena historia de amor es aquella que perdura en la eternidad. Lo lloró lo apropiado. Esperó el año de los muertos. Él cumplió su penitencia. El destello de su alma ascendió velozmente al cielo de su paz. Ella lo vio. Creyó en la otra vida.

Las luces más necesarias fueron las de su parto. Claro que volvió a enamorarse. Retomó los pasos de los días con sosiego. Los ojos de su hijo brillaban. Eran transparentes. El padre se dedicaba a la energía solar. Lo quiso de inmediato. Fue su sonrisa. Ella no pudo evitar devolvérsela. Si brillaban sus ojos, sería feliz con él. Eran las señales. Se quedó con él a pesar de su obviedad. Lo importante era su luz. Le gustaba hacerle cariño en sus mejillas de hombre comprensivo. Hay pocos. La cuestión es que la gente buena existe.

La noche que creyó era su última vez como ser humano, ella encendió una vela y la dejó en medio de un plato con agua para no provocar un incendio. Pidió relucir en el cielo. Se colmó de estrellas esa noche. Pero no se fue por el túnel de luz como dicen los que han vuelto de la muerte. Hizo un gesto de conformidad y apagó la vela con los dedos. En una visión le llegó conocimiento: aquellos que portan luz viven muchos años para ayudar a los demás a no extraviarse en los penosos confines de la oscuridad. (Es un premio misterioso. Otras veces se vive muchos años sufriendo para pagar errores del pasado en vida). No podía quejarse. Aguzó la mirada y pudo ver, como cualquiera, la luz que emanaba de sus manos. Lo hacía como un juego desde la niñez. Acarició el rostro del hombre que amaba. Logró dormirse. En sueños, la luz de su cuerpo salió volando para convertirse en una hermosa estrella de su cielo astral. 

De "Fábulas para animales como usted" 21: Salamandra.



Salamandra

La niña resolvía rompecabezas. Paisajes, edificios y objetos eran permitidos. Descubrió el azar y se inquietó. Una parte de su cuerpo faltaba. La rastreó. Había marcas. El pasado silenciaba su vida anterior. Mudó sus dientes. También esperó que la parte nostálgica de su cuerpo se regenerara.

La niña crecía, preguntaba. Precedido por la tensión, el padre tomó a la niña y esperó que lo mirara a los ojos. La ternura alerta los sentidos. La madre mira al padre. La sinceridad no ha sido planeada aquel día. El aire suspende su movimiento. El corazón crece en tres personas a la vez.

Afuera en el patio, el día es perfecto para seguir viviendo. Una frase medita su trascendencia. Padre, mis ojos te quieren en mi corazón. Con dulzura, una lágrima se desliza por el rostro de un hombre dolido, amado, abandonado a su espera. Brota una verdad y otra de él la completa. Tienes una diferencia por mi culpa. El padre siente el pecho apretado. (Duele abrirse para liberar el sufrimiento). No se perdona el descuido, la caída. Su hija sonríe, porque en la mirada del padre encuentra la pieza que le faltaba a su vida y ya no hará preguntas. Ambos se miran. Brazos tiernos rodean a un hombre que llora, llora, llora. La historia se cuenta sola.

Una mujer susurra que ama a ese hombre grande, a ese hombre franco, a ese hombre fuerte que no se contiene, porque de su sincero llanto hereda el valioso perdón de su hija pequeña. Ella conoce la antigua amargura de su padre. La madre cierra sus ojos. Decide. Se da vuelta y deja en paz ese parte del día.

Perdonar es aceptar que el pasado no se puede cambiar, sólo el futuro.

- Hija…
- Papá, ya, no llores. (Me rindo ante ella). Yo voy a salir adelante.

Desparecen las cicatrices.


- REDENCIÓN -

De "Fábulas para animales como usted" 19: Gallina.



Gallina
~Mamá, soy un fantasma.
- Hijo, no botes cosas al suelo.
~Déjame ir.
En el campo antiguo se vivían historias secretas.
- ¿Me darías el bebé para que sea mi hijo? (Hice la pregunta más valiente de mi vida a aquella mujer).
- Bueno. Firmemos los papeles. (Fue un pacto silencioso. Ella no quería hijos en su vida. No la he vuelto a ver jamás y pienso que merecemos olvidarnos  mutuamente).

Esa pregunta y esa respuesta unieron sus destinos. El niño fue suyo. Ésta es una preciosa historia de tiempos antiguos, una dulce experiencia para quien logre entender a una mujer que no pudo casarse con el hombre que tanto amaba sino con el que la obligó su padre. 
Con la rabia del cuerpo, con rencor, fría y sin amor, sobreviviría.

El pequeño anidó en el cuerpo de una mujer que, mucho antes, había rogado a Dios que nunca le diera hijos. (Maldije mi matrimonio arreglado, maldije mi maternidad). Dios respondería según su divino parecer. La razón de esta súplica sólo Dios la perdonará. Hablen con Él para conocer la verdad.

Ella, furia y severidad, terca por costumbre, fue madre; él, único, acogido y amado, pudo ser llamado hijo con el apellido de su nueva madre y de su nuevo padre, así que ningún otro niño se mofaría de él ni tampoco se haría preguntas sobre su origen. El padre no hablaba mucho. El padre sabía. El padre callaba. Quiso al niño sólo después del final de esta historia. Ausente.

Años, muchos años después, ella se arrepintió y quiso procrear su propio hijo. (Instinto). Y cuando fue al ginecólogo, éste le dijo:
- Señora, tiene un quiste ovárico. Debe extirpárselo, porque es cancerígeno. En el examen que se hizo en el control anterior, vi que aún tiene huevitos para procrear hijos - habló compasivamente a la mujer que lo miraba con aspereza -. Puede realizarse un tratamiento contra el cáncer mientras decide embarazarse.
- Saque lo que deba sacar, doctor.  Yo ya tengo un hijo.

Estamos a prueba hasta el último de nuestros días.

Nunca le mentí a mi hijo. Le expliqué desde los ocho años que no había nacido de mi vientre, pero que lo amaba como si hubiera nacido de mí. Lo amé veintitrés años. El día que lo perdí, soy directa, perdónenme por contarlo así, llovía mucho. Fue un accidente. Era de noche. Mi hijo iba por un camino lleno de charcos a ver a su abuela. Un auto lo atropelló. Recibí la noticia y me desmayé. Cinco horas después desperté sin hijo. Había muerto instantáneamente. Lloré más que la lluvia de ese día oscuro. Y aunque acogí a otros como mis hijos, aquél que murió para mí fue el más importante. Soy dura. Y ayer, después de veinte años de duelo, tomé una decisión:

- Mi sufrimiento se termina hoy. Hijo, te quise desde el principio. Adiós, amado hijo. (Volví a latir).
~Adiós, mamá. Yo también te quise mucho.

Al hacer el gesto de despedida invisible, sentí un grato calor interno, el mismo que me permitió cobijar a mi hijo la primera vez que lo tuve entre mis brazos.

De "Fábulas para animales como usted" 18: Leona.


Leona

A los catorce años estuvo en cautiverio por seis días. Fue inolvidable. Era sábado. Alrededor había fuerza negativa suficiente para llevar a la más oscura realidad a toda la gente que habita todavía esas frágiles casas de madera tosca. Entre medio de las tablas entró aire frío. Ella rugió y la poética salvaje de su voz le dio fuerza y valor.

La calle era el paisaje que adornaba su ventana. Afuera, el lunes pasado una chica vio aparecer las uñas de esta brava que ahora la mira. El furioso derramamiento de sangre la marcó por la repercusión de su impertinencia: La vi revolcándose con un tipo allá en la tierra. Conózcanla. Habló con provocación, sin temor. Vino la risa disimulada. A la niña le dolió ese murmullo grosero. La corrupción estaba prohibida a su amado cuerpo. Se nombró: Casta soy. Se dio valor. Caminó. La agarró y la golpeó. El honor tuvo gloria y paz.

Cuando se habla mal de ti y es mentira, el universo te ayuda. Es una ley inalterable.

Seguía atenta a los movimientos de afuera. Vio a la chismosa conversando con otras. Las estudió. No tenían contenido, significados, cordura. No atacaría. No volvería a usar los nervios de la violencia. Mamá había entristecido y había perdido por varios días la sonrisa que admiraba y que la inspiraba para superarse. Papá la obligó a ir a la casa de la chica para pedirle perdón por agredirla. Una puerta fue abierta. Una palabra fue pronunciada. La otra no dijo nada, sólo miró fijamente su cara y cerró la puerta. La humillación de la derrota fue aceptada.

En casa, recibió el castigo de no poder salir por seis días. El golpe firme y moderado le había bajado la temperatura de las orejas. No volvería a pelear. Una sola vez necesitó que su instinto fuera amansado sin muestras de compasión.

La liberación fue un permiso para salir a la calle ese día. Dio pasos firmes para dominar el territorio de su adolescencia. Estaba esa chica y otras más. Pasó cerca de ellas. Les mostró los dientes con arrogancia. Ellas se dieron vuelta con indiferencia vulgar y no las quiso mirar más, nunca más.

La maldad se domina con la fuerza del bien superior.

La mujer apacigua su historia:
- Ahora que soy una madre, adulta y consciente, me arrepiento de corazón por lo que hice. Y el castigo lo agradezco también, porque palió mi intento de indocilidad doméstica.

Fue aplicada. Fue mujer. Fue distinguida. Sobresalió de la barbarie en un barrio otro. Fue madre. Parió. Cuando aconsejó a uno de los gemelos de siete años (tuvo dos niños, uno más oscuro que el otro) sobre pelear o no pelear con un compañero de escuela que era violento y molestoso, le dijo:

- Defiéndete.

De "Fábulas para animales como usted" 17: Oveja.



Oveja

La niña no dormía por el insomnio. Estaba agotada. Los pensamientos, las preocupaciones, las angustias, las memorias, impedían el descanso al cuerpo de su mente.

Pidió ayuda. El pensamiento solucionó esta ansiedad. Allí saltando, allí visitándola, contó mil setecientas ovejas monótonas, las que perdieron la cuenta ante el esfuerzo infinito de enumerarse para sanar a su amada e insomne niña creadora. (Ellas aparecieron por ser una antigua creencia arraigada en la mente colectiva).

Las ovejas dibujaron paisajes relajantes para frenar el insomnio, porque aprendieron que no era sano mantener activo el cerebro mientras se dormía. Las ovejas paseaban por un prado de flores azules. El paisaje fue calmando a la niña mente. Las ovejas la seguían. Ella creaba conexiones a cada paso. Pensaba. Era inevitable.

Ella era la mente de un joven. Sus cualidades eran ser briosa, reflexiva y minuciosa. Él quería encontrar su camino. Quería vivir intensamente, amar, ser feliz ahora y en el presente, sin luchas, sin esfuerzo. Ella le envió algunas ideas por el túnel de los pensamientos. Él las desechó.

La solución le concernía a un otro. La mente se vio acompañada por el espíritu del joven. Ambos conversaron acerca de qué debían revelarle. La autoridad del espíritu es obedecida por la mente. El espíritu es prudente, sabio y un gran terapeuta. La mente comprendió que al joven aún le faltaba vivir hechos trascendentes para aprender las lecciones de su paso por el mundo. El espíritu dijo la palabra espera. Ella miró el paisaje florido y descansó en su paz mental.

La paciencia multiplica los buenos resultados.

En la mañana, aún oscura, el joven despertó perezosamente, sintiendo que era demasiado temprano, que no quería hacer nada, que aún tenía sueño, que quería flojear, que no entendía por qué había que hacer esto y aquello, que no quería ser parte del rebaño de personas que no se cuestionan nada. En otras palabras, amaneció odioso. Esa mañana era fría y se puso una bufanda de lana, un chaleco de lana y un gorro de lana.

Partió de su casa en el campo distante una media hora de la ciudad. Poco a poco sintió calor. Pensó que no debía rendirse, que esa mañana podía lograr lo inimaginable. Tomó el bus de todos los días. Había avanzado un poco cuando un pastor con un montón de ovejas que lo seguían interrumpió el viaje. Los demás pasajeros iban callados y no se alteraron con la tardanza.

Se calmó su mente. Su espíritu le entregó una sabia respuesta a la inquieta pregunta de sus días: una gran vida está compuesta de todas las otras nobles vidas que nos rodean. Estuvo con la cara deslumbrada un rato sin oír el motor ni los balidos. Cuando volvió de su meditación fabulosa, contó las ovejas para comprobar si eso daba sueño como decían por ahí. Eran treinta y nueve ovejas. Bostezó un poco, se relajó con el paisaje y miró hacia el futuro por el parabrisas en esa pausa marcada por una certeza definitiva.

De "Fábulas para animales para usted 11: Cocodrilo.



Cocodrilo

Él convencía con sus historias conmovedoras. Sus artimañas eran efectivos lenguajes de persuasión. Dominaba conciencias. La miseria produce compasión expiatoria en el alma humana. (Se cree con seguridad que una sola moneda compra y borra la culpa de las maldades cometidas). También lloraba, derramando lágrimas en el torrente del espectáculo.

Adivinaba sus presas. Su lengua saboreaba deliciosa confianza. Sus dientes encajaban en los otros cuando sonreía su oscura rapacidad. En la primera oportunidad, mordía el cuerpo emocional de sus víctimas y las arrastraba hacia la muerte. Al terminar la embestida, se relajaba echado al sol.

Las emociones negativas son animales salvajes: a veces no se pueden controlar.

Su oscuridad no le permitía razonar. Rechazaba la vida. Un horrible subplano lo atraía para que habitara su monstruosidad. Era su destino. Porque no tenía vuelta. Porque nada se podía hacer con él.

La Vida contaba esta historia delicadamente para no asustar a los más sensibles. Con sabiduría, cambiaba el final según sus oyentes:

- Lo más honesto que podemos hacer es reconocer nuestras imperfecciones y nuestra naturaleza fragmentaria. ¿No nos ponemos bajo un árbol frondoso cuando hace calor? Debemos aceptar que necesitamos amparo y también entregar cuidados. Veremos otro final para esta criatura:

«Ya no razonaba, sentía, quería vivir. Se abrió su mente y fue enviado amor para colmarlo de virtud. Esta cualidad lo elevó. Meditó el bien y regresó a su origen. Fue llamado hijo recién nacido por la madre. Volvió a ser el hijo mimado de su padre».

El ojo interior buscó sabiduría y fue hallada.

- Este final me gusta más, porque se parece más a mí - dijo la Vida.

Los oyentes suspiraron aliviados.

martes, 9 de febrero de 2016

De "Fábulas para animales como usted" 10: Gusano.

Gusano

Los gusanos se asomaron a la boca de un cadáver que yacía en una caja de madera. Encontraron un hogar en esa habitación húmeda. Olía bien. La fuente de la vida había sido descubierta en esa despreciada oscuridad. Un hogar, con un territorio cálido, empezaba a ser disfrutado. El espacio se hizo estrecho. Otros gusanos se enojaron con estos inmigrantes. Se descompuso el ánimo de todos. Se descompuso aún más el cadáver, devorado con hambre por estos gusanos rabiosos.

Sin paz, no se puede ser feliz en ninguna parte.

Y razonaron en su lógica los gusanos:
- No entendemos esta rabia. Quizá sea por residir en un ser muy emocional. Nosotros tenemos un propósito. No sentimos, hacemos un trabajo. Somos una función perfecta en nuestra propia velocidad orgánica. Somos parte del orden de esos tristes días de allá arriba.

Sobre la tierra, varias lágrimas perdieron su tensión en el rostro de los deudos de este pasajero subterráneo. El hombre había muerto cumpliendo con todas sus obligaciones de ser humano. Ahora era un nuevo vivo que reflexionaba descubriendo la física etérea:

- El cielo está en su lugar; la tierra está en su lugar. La muerte es un ángel que está en todas partes guiando a las personas hacia sí mismos en el río de la vida… Ahora soy como el aire.

Después de esta visión, me dediqué a planificar que haría en el año de contemplación y de resolución de asuntos terrenales, año otorgado con el propósito de desatar los lazos que nos unieron con los vivos. También descubrí un nuevo sentimiento aún no muy conocido entre los vivos y decidí experimentarlo hasta mi eternidad. Tenía todo el no-tiempo de mi nuevo mundo para hacerlo.

El sentimiento nuevo lo guiaba perfectamente por los finales felices que escribió en las memorias de sus errores redimidos.

- EL PRINCIPIO -

De "Fábulas para animales para usted" 9: Araña.

                                                                                Araña

Ella tejía un sueño. Diseñaba fractales perfectos. Un breve descanso alivió su tarea. Su obra adquiría significado emocional. La dimensión onírica estaba y no estaba en su relativa conexión. (El sueño dibujaba mapas en su conciencia). Vio a su única hermana frente a un espejo. Quizá compartían el mismo sueño. Apartó la mirada.

Decidió otra posibilidad. Visitó el tiempo. Evocó el cabello trenzado por mamá y por papá en un solemne acto de amor. Al terminar el peinado, las niñas salían a pasear por el jardín. Cortaban unas flores que adornaban su pelo. Así las recordó: distinguiéndose en el jardín, como estrellas en un cielo verde, estaban las ipomeas azules. Se le detuvo la niñez. (En sus días venideros, la imagen de estas flores se proyectaría en una incesante búsqueda de esta enredadera para cubrir las murallas de su jardín de enamorada).

Está siendo terminado un tejido. Está siendo sobrellevada una angustia. Una ira secreta no ha sido aplacada. Una vida terrible es asunto digno de los héroes o de los famosos, porque no entristece a nadie, pero ella sabe que su historia sí. Los patrones se desordenaron. Un repentino temblor corporal la despertó. Abrió los ojos a la verdad. Su hermana siamesa seguía unida a su cuerpo.

El autoengaño es una trampa relativamente efectiva.

Ella revelará en su vejez (hijos, nietos y bisnietos están atentos):

- Me costó aceptar a mi hermana. Me costó gran parte de mi vida. Cuando nos separamos, nos confesamos nuestros secretos en largas conversaciones. Quedamos en paz. Ahora solamente pensamos en el porvenir de la familia. Ella está conmigo en todas las distancias.

Suena un teléfono. Es la hermana. Todos quieren escuchar lo que hablan, pero se alejan para respetar la grandeza de esa delicada historia familiar.

De "Fábulas para animales como usted" 8: Ballena.

Ballena

Ella creaba extraordinarios sonidos musicales bajo el mar. Las notas viajaban por todas las partículas universales. (¿Cómo hacía tan perfecto su canto?) La interpretación de esas sobrecogedoras melodías repitieron desagradables imágenes de la memoria: muerte, destrucción, cazadores, barcos carniceros. Cantó llorando. Las lágrimas musicales lavaron los dolores de su padecimiento. Alivió sus emociones. Retomó su canto con el ritmo de la esperanza. Vibró el mar.

- ¿Escuchas ese canto?
- Vamos. Llevo siete años esperando esta novedad.

Un radar había sido asombrado con esa conmoción. Cinco buzos se sumergieron para oír este talento marino. Ella se asustó y emitió una alerta de peligro. Vio a los buzos y previó un resultado espantoso. No. Ellos mostraron un gesto de calma y grabaron los sonidos. Por varios minutos fueron devotos oyentes. Era un canto sensible y vivificante de doscientos años de antigüedad.

Los talentos se desarrollan con dedicación.

«Hay acciones que sólo buscan satisfacer placeres breves que no se parecen en nada al sueño de la felicidad eterna. Todavía nadie quiere entender que la felicidad eterna sólo se puede encontrar en un lugar donde no exista el tiempo.

En este mundo, el tiempo es una cerradura para el pasado. El tiempo debe ser comprendido sabiamente como parte de las tareas que elegimos antes de nacer. Seamos buenos y alegres. La alegría es la clave para no sufrir con su presencia».
(Traducción).

- Cuando escucho la canción, cierro los ojos. Cuando los abro, han pasado tres horas.
- Mmm…
- Créeme. La ballena desapareció en la enormidad del mar. Años después la buscamos colocando la misma melodía como anzuelo. Ella apareció y pasó de largo. Nos había enseñado que los instantes únicos son eso: únicos. Pero sirvió para nuevas investigaciones sobre el tiempo.


El paso del tiempo no transcurre en esta aventura ni en la reflexión final del buzo.