Pájaro
Cierra los ojos. Es un niño que pide un deseo: volar como un
pájaro. Grandioso. El universo está de acuerdo. Pelean algunas criaturas aladas
que discuten el caso. Se otorga lo que el muchacho pide. Sus ojos son cerrados.
Plumas nacen de sus brazos largos. Él resiste el agudo cambio. (Transformar la
naturaleza del cuerpo es un asunto obsesivamente humano. No hay conformidad con
el cuerpo ni con la singularidad de la existencia otorgada).
El niño aletea vigorosamente. Mira el suelo, mira el cielo. Los
primeros vuelos son caídas ansiosas. Respira y trina. Descubre el propósito oculto
de su cambio: la libertad. Vuela en su habitación. Se independiza de esas
murallas, de la gravedad cansada de sus pies tocando el suelo. Sale a recorrer montañas.
Se imagina siendo más grande que ellas, más intenso, más necesario para sí
mismo. Vuela con máquinas; planea con águilas; cae con las gotas de lluvia.
Vuelve a casa. Sigue amando sus hábitos. Revolotea. Emite un
sonido alado. Aterriza. Su familia no sabe si debe acostarlo o encerrarlo en una
jaula. Cuesta acostumbrarse a este niño que se va a cualquier parte sin pedir
permiso.
La adaptación
a los cambios otorga madurez y sabiduría.
Evoca el hombre en sus memorias:
- Tengo recuerdos imborrables de mi experiencia. En el tiempo
mágico de la niñez no existen normas, sólo ganas de ver el bien en todo el
mundo exterior y más intensamente en el mundo interior. Ambos mundos son
infinitos.
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