Aventura

Literatura, naturaleza y emoción.

martes, 9 de febrero de 2016

De "Fábulas para animales como usted" 4: Cerda.

Cerda

Una niña alimenta cerdos. Los adora. Están gordos y moviéndose. Le llama la atención el sonido de sus hocicos revolviendo los vegetales que muerden incesantemente. Ella desconoce la mecánica del hambre. Mira, copia, simula masticar un alimento delicioso. Sus dientes resuenan con la fricción de la saliva. Aún es de mañana, el frío es agradable y no hay mucho sol. Se oyen aletear pájaros por el paisaje celeste. Una brisa danza en medio de los arbustos, de los conejos y de los gatos que corren por el campo. Es un día tranquilo para cerrar los ojos y dormir. Pero hay una niña que mira unos cerdos alimentándose.

Ella no experimenta el desagrado del asco ni el rechazo por estos animales destinados al sacrificio. Lejos, se oye el murmullo de la muerte. Un cuchillo es alzado en una mano que no quiere hacer lo que debe hacer. Es un hombre que borra la conciencia de su acto brutal. Es el padre de una niña. Y es el esposo de una mujer que prefiere cortar vegetales para evadir la fatalidad de ese mediodía.

La niña es puesta a jugar en su pieza. Pasa unas horas en su universo.
El padre camina y detiene su respiración. Empuña. Sacrifica.

Más tarde, la carne está sobre la mesa. Se ha preparado el almuerzo en un orden ritual. Un trozo ocupa el plato infantil. La niña acaricia la carne en el plato; luego, se come el trozo completo.

Se debe renunciar al amor cuando es imposible.

La niña ha crecido y recuerda:

- A esa edad yo no advertía que el músculo del animal era comida. Cuando analizo fríamente la realidad, admiro la falta de piedad de mucha gente, incluyendo la de mi padre, como requisito no pronunciado para matar. Hay dolor, pero es parte del equilibrio. Algunos hechos ocurren para ser comprendidos según cada uno. 

Por Alik Handru, microcuentista chileno.

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