Aventura

Literatura, naturaleza y emoción.

viernes, 15 de enero de 2016

De "Fábulas para animales como usted" 3: Lagarta.

Lagarta

Ella había nacido con la piel color verde y arrugada. En la infancia de sus primeras preguntas, fue empujada lejos de la humanidad. Se abrió una puerta que daba hacia la espesura de la selva. La puerta  fue cerrada. No sería reconocida por los semejantes.

Descubrió su ajenidad. Era un reptil inadecuado para ser domesticado. Su lugar original reclamaba su presencia. Oyó su instinto y exploró la selva, sujeta al musgo que le enseñaba el camino. Las piedras organizaban escondites. Ella se movía nerviosa en medio de las soledades y de las acechanzas del miedo. Percibía la mirada de algunas criaturas de la naturaleza. Iba a conectarse con ellas, pero le faltaba el lenguaje apropiado. En su momento se le otorgaría aquello que sería. Sus ojos miraban el mundo desde la firmeza de las rocas, buscando un sentido a su propio animal físico. Miró el sol.

- Tengo frío, pero mi sangre ya no derrama soledad. Ya las piedras han sido entendidas, ya el sol se acurruca en mi piel rugosa de realidad.

Ella vivió su realización animal. Nadie se acordó de ella; nadie buscó sus huellas. Olvidó su orfandad. Conoció a otra madre. Respiró profundo y se dejó llevar por la calma de su transformación. ­Mientras se integraba hacia el todo absoluto, su sufrimiento se apagó porque ya no tenía deseo ni rencor. Había alcanzado la  purificación.

El prudente reconoce cuál es su lugar en el mundo.

Y en esa transformación agradable y lúcida notó:

­- Es tan liviana esta vida, abrazo a la tierra y al agua. Percibo a las plantas que me sonríen al pasar. La naturaleza sabe guiarme con la maravillosa perfección de su espíritu.
Por Alik Handru, microcuentista chileno.

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