Aventura

Literatura, naturaleza y emoción.

martes, 23 de febrero de 2016

De "Fábulas para animales como usted" 21: Salamandra.



Salamandra

La niña resolvía rompecabezas. Paisajes, edificios y objetos eran permitidos. Descubrió el azar y se inquietó. Una parte de su cuerpo faltaba. La rastreó. Había marcas. El pasado silenciaba su vida anterior. Mudó sus dientes. También esperó que la parte nostálgica de su cuerpo se regenerara.

La niña crecía, preguntaba. Precedido por la tensión, el padre tomó a la niña y esperó que lo mirara a los ojos. La ternura alerta los sentidos. La madre mira al padre. La sinceridad no ha sido planeada aquel día. El aire suspende su movimiento. El corazón crece en tres personas a la vez.

Afuera en el patio, el día es perfecto para seguir viviendo. Una frase medita su trascendencia. Padre, mis ojos te quieren en mi corazón. Con dulzura, una lágrima se desliza por el rostro de un hombre dolido, amado, abandonado a su espera. Brota una verdad y otra de él la completa. Tienes una diferencia por mi culpa. El padre siente el pecho apretado. (Duele abrirse para liberar el sufrimiento). No se perdona el descuido, la caída. Su hija sonríe, porque en la mirada del padre encuentra la pieza que le faltaba a su vida y ya no hará preguntas. Ambos se miran. Brazos tiernos rodean a un hombre que llora, llora, llora. La historia se cuenta sola.

Una mujer susurra que ama a ese hombre grande, a ese hombre franco, a ese hombre fuerte que no se contiene, porque de su sincero llanto hereda el valioso perdón de su hija pequeña. Ella conoce la antigua amargura de su padre. La madre cierra sus ojos. Decide. Se da vuelta y deja en paz ese parte del día.

Perdonar es aceptar que el pasado no se puede cambiar, sólo el futuro.
- Hija…
- Papá, ya, no llores. (Me rindo ante ella). Yo voy a salir adelante.

Desparecen las cicatrices.


- REDENCIÓN -

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