Aventura

Literatura, naturaleza y emoción.

martes, 23 de febrero de 2016

De "Fábulas para animales como usted 14: Gato.




Gato

Una pareja compra un hermoso gato. El animal recibe las mejores atenciones. El gato queda solo. Saltando sobre los muebles, quiebra un valioso florero. El gato huye por una ventana.

La belleza es un valor perecible.

No era la posible violencia lo que lo alejó de la pareja, sino la falta de armonía. Su energía estaba alterada. Llevaba un collar que lo identificaba. Luchó por sacárselo durante minutos agotadores. Yo lo miré en todo momento y sé que lo notó. (El destino está lleno de agradables coincidencias). Una idea rondaba mi compasión y mi bondad. Un hijo mío había caído en depresión. Escuché por ahí que los animales son una gran terapia. Mis pensamientos fueron leídos. Busqué al gato y le confié mi plan. Él se acercó a mí sin dudar. (Esos momentos especiales despiertan una profunda comprensión de la vida).

El hombre triste se había levantado recién. Eran las dos de la tarde. Ninguna emoción positiva iluminaba su nebulosa oscuridad. (Esas nubes grises sí existen y resulta perturbador verlas en las esquinas de las habitaciones). Estaba destruido por algunos recuerdos que no debían ser escritos por nadie. Buscó la calma bebiendo un gran vaso de agua. Dejó caer un montón de pastillas en su estómago. Se acurrucó en la inconsciencia del cuerpo.

Una visita milagrosa abrió la puerta con la llave que permitiría continuar la vida. También un gato mensajero se coló en la casa y se dirigió hacia el hombre que agonizaba. El gato ronroneó.
- ¡No!
Hospital.
Lavado de estómago.
Resucitación. 
(- ¡No te desconectes de mí!).

Él se dejó apaciguar por las caricias del perdón. Movió su cuerpo y alegró los ojos de su Padre. Su niño triste deseaba vivir. El Padre tomó el gato y lo entregó al hijo. Le explicó que un hombre no era un gato y que la creencia de las muchas vidas parecía más una metáfora de la reencarnación para principiantes. Reencarnar es excepcional, algo así como una en un millón. El hijo rio con la gracia de esa voz.

El gato escuchó reír al hombre y resolvió su misión.

Dijo el hombre al gato una vez en casa:

- Gracias. Te llamaré Salvador.

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