Aventura

Literatura, naturaleza y emoción.

domingo, 11 de febrero de 2024


El vacío y la piedra

Ella tomó su rabia y la puso a disposición de sus actos. 
- ¿Quieres que te lleve a dar una vuelta? -dijo Bruno.
- No lo sé. Es tarde. Hace calor. La mala suerte de estos cambios en el mundo me agobia.
- No es para tanto, Lucía. Hay cosas peores.
-Tú no sabes cómo me siento.
- Sí lo sé. Todo pasó porque no quisimos tener hijos. Recuerdo cuando dijiste que un hijo no te haría más feliz.
- Eso ya no tiene vuelta. Quizá es otra cosa.
- Es parte de vivir solos. Ya no se hacen amigos como a los veinte años.
- ¿Qué sabes de cómo se siente una persona?
- Lo puedo imaginar. 

Bruno aceptó quedarse en silencio. Fue a ducharse después del sexo amoroso que aún mantenía con Lucía. Es que ya sólo quedaban ellos, los amigos, los conocidos y los familiares que se acordaban de ellos. Bruno se bañó con agua fría. Lucía había abierto una ventana y dejó entrar el frío de las dos de la mañana.

Lucía esperó un rato y se quedó inmóvil, sentada esperando que el frío aplacara su rabia, su destino y su soledad. Entonces tomó varias cosas que ya no tenían sentido para sus sentires: fotos viejas, decoraciones, libros, recuerdos de viajes y de años pasados. Lo echó en una caja y los dejó a la vista, porque pensaba en dejarlos en la calle para que se los llevara la gente.

Bruno caminaba desnudo en la habitación, pero Lucía ya estaba acostumbrada a esa valentía. Ella aún no era capaz de aceptar la vejez que empezaba a pintarle el pelo de blanco. No eran viejos, pero tenía ella la necesidad de esconderse de su propia imagen. Bruno la vio cerrar los ojos y la acarició delicadamente, sabiendo que ella estaba cayendo al vacío y que no podía llenarlo ni con todo el amor que sentía. 

Bruno se vistió y salió con Lucía a caminar en ese desvelo nocturno. Llegaron a lo alto de un cerro que dominaba la ciudad. Entonces vio una piedra grande, la tomó y la lanzó contra unas botellas tiradas en el suelo. Cuando todo se quebró, Bruno la dejó sola. A lo lejos había jóvenes quemando neumáticos. Parecían adorar el fuego como los antiguos habitantes del mundo. Lucía ya estaba apaciguada, pero también adoró el fuego y el humo que dominaba el ambiente con un olor pesado. 
Habló un poco.
- Bruno, déjame sola. Sólo déjame sola y vete. Conquista a otra mujer. Vive. Aún tienes tiempo de ser feliz de una manera más normal.
- No…Lucía, sabes que no me quiero ir. 
- Sólo hazlo. No me necesitas.

Al día siguiente, Bruno debía trabajar. Lucía lo besó al despedirse. 

Cuando Bruno volvió por la tarde, Lucía estaba rígida, con la mirada llena de vacío. No se movía y pesaba como una piedra. Bruno la movió y no la pudo traer de vuelta. Estuvo haciéndole cariño y diciéndole que la amaba, pero ella no respondía. Quiso llamar una ambulancia o pedir ayuda, pero no quiso vivir ninguna pérdida. Bruno se acostó al lado de Lucía y esperó pacientemente que ella despertara.

Lucía despertó y vio un cielo lleno de estrellas. A su lado estaba Bruno dormido y enamorado. No quiso avisarle de sus próximos pasos.

Alik Handru, microcuentista chileno.

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